Hay un lugar, abajo de tu barbilla,
en donde se termina mi mundo.
Pero de eso no va el poema.
Vos, tan cachorro y tan maduro.
Vos, que sos un montón de tipos distintos.
Yo, que estoy acá tratando de leerte todo el cuerpo
y queriéndote un montón porque me da miedo
que de repente no existas,
como es lógico.
Y me dejes acá
lamiendo el suelo
en donde estabas.
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