Más se me contagia el frío, más me trago las cosas.
No te cuento que te escribo, ni que te escribía.
Solo te sonrío y nos abrigamos mientras pinto los bordes de la hoja con tempera negra.
Este juego en el que te estoy metiendo, el de invitarte a jugar, después cambiarte y dejarte para más tarde, no está bien.
Seguro me explota todo en la cara.
O termino riendo antes de dormir. De vos, de lo que no hicimos y del tiempo que nos conocemos.
Puede sonar estúpido, pero todavía tengo los dedos manchados por las hojas del diario.
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